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Por Sebastián Martel , 23 de octubre de 2025 | 17:44

Séptimo año de monitoreo con cámaras trampa en Parque Nacional Cerro Castillo

Pumas captados en cámara trampa. Crédito: cedida.
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Este es uno de los principales desafíos operativos del año para esta área silvestre protegida.

En noviembre de este año, el Parque Nacional Cerro Castillo iniciará su séptimo ciclo de monitoreo con cámaras trampa, uno de los principales desafíos operativos del año para esta área silvestre protegida. 

El despliegue territorial del programa es amplio, abarcando la mayoría de las cuencas y sectores del parque. Durante seis años consecutivos, el equipo de guardaparques ha mantenido el monitoreo en 60 puntos establecidos aleatoriamente, lo que garantiza la comparabilidad temporal de los resultados.

Los guardaparques del Parque Nacional Cerro Castillo realizan este trabajo apoyado por tecnologías de inteligencia artificial, que les ha permitido observar especies como pumas, jabalíes, zorrillos, visones americanos, perros de libre deambular, caballos y ganado, entre otros.

Desde la Corporación Nacional Forestal (Conaf) destacaron que la misión la esta institución dependiente del Ministerio de Agricultura (Minagri), es garantizar la conservación, restauración y manejo sustentable de los ecosistemas boscosos y xerofíticos del país, tarea en la que los guardaparques cumplen un rol fundamental.

El director regional de Conaf, Ronald Valenzuela, explicó que el sistema de monitoreo mediante cámaras trampa permite no sólo identificar las especies de fauna nativa y sus amenazas, sino también conocer su distribución y la ocupación dentro del área protegida: “Esta información es de gran valor para la conservación de dichas especies y para la gestión efectiva de las áreas silvestres protegidas”, mencionó.

Crédito: cedida.

El director de Conaf Aysén señalo que también contribuye a la investigación científica y a acercar estos espacios a la comunidad mediante la transmisión de conocimiento más allá de las distancias y la accesibilidad, lo que fomenta la valoración y la identificación con el patrimonio natural.

“Antes de la valoración, se requiere del conocimiento. Que esta iniciativa se haya desarrollado ininterrumpidamente durante siete años es evidencia del compromiso y la dedicación de los guardaparques con la conservación de la naturaleza”, subrayó Valenzuela.

Origen del fotomonitoreo

El uso de cámaras trampa comenzó en 2011, de manera aislada, en algunas unidades del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), con apoyo de ONG’s e investigadores nacionales. 

Sin embargo, no fue hasta 2016 que Conaf implementó una metodología estandarizada aplicable a todas las unidades del país, consolidando así el Programa Nacional de Fotomonitoreo, enfocado en grandes mamíferos como objetos de conservación y en las amenazas que enfrentan.

Actualmente, 34 unidades del SNAP participan del programa, gracias al despliegue y compromiso de los guardaparques, quienes deben instalar y retirar las cámaras trampa en jornadas de intenso esfuerzo físico y logístico.

Estos equipos están capacitados para analizar los registros y aplicar estrategias de conservación que protejan los ecosistemas y la fauna que habita en ellos.

“La conservación de la biodiversidad requiere planes de acción donde la investigación y la innovación aplicada juegan un rol crucial frente al cambio climático y sus amenazas”, enfatizaron desde Conaf.

¿Qué es el fotomonitoreo?

Crédito: cedida.

Según el portal oficial: fotomonitoreo.cl, este término se refiere al monitoreo de especies animales dentro de áreas protegidas mediante cámaras trampa que se activan por sensores de temperatura, capturando fotografías de los individuos que transitan frente a su lente.

Este sistema permite identificar tanto especies nativas protegidas como especies invasoras o amenazantes, que generan impactos negativos en la biodiversidad local. El análisis de las imágenes ayuda a los guardaparques a diseñar acciones concretas para preservar la fauna nativa y mantener el equilibrio ecológico dentro de las áreas protegidas.

El caso de Cerro Castillo

Crédito: cedida.

En el Parque Nacional Cerro Castillo se establecieron 60 puntos de muestreo distribuidos aleatoriamente en el territorio, monitoreados cada año entre noviembre y febrero (ver Figura 1).  El objetivo principal es estimar la ocupación de las especies y analizar su tendencia en periodos quinquenales.

Para el tratamiento de los registros fotográficos se utiliza el Manual de fotomonitoreo de fauna silvestre de Ibarra et al. (2021), que contempla tres etapas:

-Reescritura y estandarización de nombres de archivo.

-Organización y respaldo de la base de datos.

-Clasificación de registros fotográficos.

El Programa Austral Patagonia ha sido un aliado clave en este proceso, apoyando el control de calidad de los datos y la clasificación automática mediante inteligencia artificial, lo que ha reducido considerablemente los tiempos de análisis.

Cada campaña implica un gran despliegue logístico: más de 1.000 km recorridos a pie, 800 kilómetros en vehículo y 40 kilómetros por vía fluvial.

El guardaparques del Parque Nacional Cerro Castillo, Francisco Cárdenas, responsable del sistema de monitoreo, comentó que implementar este sistema fue un desafío en los primeros años.

Crédito: cedida.

“Los puntos se definieron de forma aleatoria y en muchos casos desconocíamos las rutas de acceso. El conocimiento local fue fundamental: vecinos y antiguos pobladores nos ayudaron a llegar a los valles. Campañas que antes tomaban cuatro días, hoy podemos completarlas en dos”, agregó Cárdenas.

El trabajo también ha contado con la colaboración de organizaciones locales y voluntarios, fortaleciendo la integración entre la comunidad y la conservación.

El guardaparques de la misma unidad, Diego Cabeza, apuntó que, el trabajo con cámaras trampa no solo genera información sobre las especies, sino que permite patrullar gran parte del parque, que abarca unas 138 mil hectáreas: “En estos recorridos identificamos objetos de conservación cultural, amenazas emergentes y hasta restos históricos, como los del accidente aéreo de 1982”, declaró.

Resultados y desafíos

Cada año, los guardaparques analizan alrededor de 60 mil fotografías captadas por las cámaras trampa. Gracias a la inteligencia artificial aplicada desde 2021, este proceso se ha vuelto más eficiente.

Un informe técnico elaborado por el programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile (UACh) sobre los primeros cinco años de monitoreo, revela que especies como el huemul (Hippocamelus bisulcus) y el guanaco (Lama guanicoe) mantienen una ocupación estable en el territorio. En cambio, el jabalí (Sus scrofa) y los perros de libre deambular (Canis lupus familiaris) muestran un aumento preocupante, lo que representa una amenaza directa para la fauna nativa.

En el 77% de los registros de perros, también aparecen personas vinculadas a actividades ganaderas ilegales, lo que demuestra la estrecha relación entre estas amenazas y la intervención humana.

Cabe señalar que la metodología implementada por Conaf no mide el número exacto de individuos, sino su ocupación del territorio, una métrica clave para el seguimiento ecológico de especies gregarias como el huemul y el guanaco.

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