Chilenas: innegable espíritu emprendedor

La fundadora de Kombuchacha, María Prieto, destaca en esta columna la voluntad y el esfuerzo de mujeres que persiguen sus sueños y desarrollan sus propios negocios.

Septiembre es, sin duda, el mes donde aflora el orgullo patrio. Distintos motivos pueden despertarlo, desde admirar nuestra imponente naturaleza, colorida y diversa de norte a sur, hasta revisar logros o íconos en distintas áreas a lo largo de nuestra historia. 

Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar, y valorar, un gran activo que nos caracteriza: la fuerza emprendedora de nuestras mujeres. 

Durante toda mi vida he sido testigo de la capacidad de crear y hacer crecer nuevas ideas que distingue a las chilenas, pero mi afirmación va mucho más allá de una apreciación personal. 

De acuerdo con el último “Global Entrepreneurship Research Association” nuestro país alcanza el tercer lugar del ranking mundial en emprendimiento de mujeres con un 25,2%, siendo superado únicamente por Togo con un 25,4% y Guatemala con un 28,2%.

Buenas noticias que se ven reforzadas con el hecho de que varios países latinoamericanos siguen esta tendencia al alza, mientras que otras naciones, que muchas veces miramos como ejemplo, presentaron cifras lamentables. Polonia, por ejemplo, no alcanza siquiera el 2%. Y no sólo los reportes internacionales dan cuenta de este fenómeno.

Según la última encuesta de Mujeres Emprendedoras,  los negocios liderados por mujeres han crecido un 35% en los últimos tres años, encontrando en esta decisión una opción para obtener ingresos, manejar sus tiempos y mejorar su calidad de vida.

En este escenario la pregunta natural es, ¿qué es lo que nos lleva a emprender? 

Desde mi perspectiva un factor fundamental es el ánimo que tenemos las mujeres de perseguir, luchar y perseverar a favor de nuestros sueños.

Lo que hoy es Kombuchacha nació como un anhelo sin grandes pretensiones en la cocina de mi casa y velando por el cuidado de mis hijas. Poco a poco me fui fascinando con la idea de mejorar esta bebida natural y la buena aceptación de quienes la probaban me inspiraron a ir por más. 

Así, con mucho esfuerzo, dedicación y riesgos también, conformé un equipo que logró crear la primera kombucha certificada orgánica en Chile, que hoy está disponible para los consumidores en más de mil lugares y destaca entre las empresas más responsables en términos sociales y ambientales a nivel nacional.

Pero ser emprendedora no es sólo lograr una empresa, sin importar su tamaño, es más bien una actitud de vida. Esa misma actitud que veo en cada una de las mujeres de Kombuchacha,  que dan lo mejor de sí cada día para llevar una mejor forma de hidratarse a todos los chilenos.

El profesionalismo de las que siembran y cosechan en nuestros campos, enfrentando muchas veces complejas condiciones, el amor de las que luego empacan cuidando especialmente cada detalle y el cariño de quienes despiertan el interés de los puntos de venta, son muestras de que el emprendimiento y el empuje por salir adelante está vivo en cada una de nosotras. 

Como decía en un comienzo, la fuerza emprendedora de la mujer chilena es motivo de orgullo, pero no podemos desconocer que es también un llamado a trabajar por acortar las brechas que aún existen.

Mayores apoyos a todo nivel, acceso a nuevos financiamientos y, especialmente, espacios de visibilidad, son factores que nosotras necesitamos para seguir escuchando esa voz que nos invita a emprender. 

Hay muchos desafíos, es cierto, pero mirar las cosas desde la vereda positiva ha sido siempre mi elección y así seguiré. Por eso, justamente, decidí hacer esta columna, esperando que cualquier mujer que la lea crea más en sí misma, destaque todas sus cualidades y se atreva a sacar adelante ese sueño, sin dudas, con esfuerzo y con amor, porque simplemente nada malo puede salir de eso.